Ana María Royo Durante el tiempo en que mi creación estaba centrada en la pintura, un crítico relacionó mis óleos blancos con los muros y las tapias, siempre recientes de cal, de los pueblos de Andalucía. Desconozco si esa etapa de mi pintura en verdad estuvo marcada por la constante claridad de mi tierra, pero lo que sí sé ahora es que el ambiente vivido en los campos de Jerez, sus fiestas, su música y, cómo no, el perfume del azahar y el sedimentado de sus bodegas (entre otros igualmente sugestivos) quedaron prendidos en mi memoria y en mi sensibilidad para facilitarme más tarde el paso al complejo y fascinante mundo de la creación literaria. Creo que mis novelas están nutridas de una manera u otra de esas primeras experiencias y también del entorno familiar y social que las acompañó y que, unidas a una infancia siempre volcada en la lectura, pudieron servirme, más tarde, como base para concebir los diversos ambientes de mis relatos y ahondar en las emociones de sus protagonistas. Mis novelas Las sombras encendidas, Detrás de los silencios y La vida que será son productos de una vocación temprana sofocada durante años, que al final se fue imponiendo a la otra inicial de la pintura, para crear las personalidades y los sentimientos de unos personajes no definidos ya por los pigmentos del óleo sino por la paleta abierta, extensa y mágica de las palabras.