Presentación en Guadalajara (México) del libro: La visitante de los espejos
Intervendrán:
La escritora Silvia Quezada, prologuista de la obra,
Basilio Rodríguez Cañada, presidente del Grupo Editorial Sial Pigmalión,
y la autora, Laura Hernández Muñoz.
Les esperamos.
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Laura Hernández Muñoz. México. Es poeta, narradora, ensayista, dramaturga y periodista. Tiene una maestría en Historia por la Normal Superior Nueva Galicia de Guadalajara. Diplomada en Literatura del tercer milenio, SOGEM. Fundadora de la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Mexico, ALIJME A. C. Como poeta obtuvo la Medalla de oro en el Certamen en honor a Mahatma Gandhi, convocado por el XXVII WCCP, Chennai, India 2007. Como dramaturga, Premio de teatro «Miguel Marón» 1975, Bellas Artes de Jalisco. De entre sus títulos publicados destacan: los libros de poesía Navegantes y syrenas.com, Fénix, Donde la nostalgia inventa los recuerdos y Adviento/Avent (ed. bilingüe español /francés); el ensayo Escribir a oscuras y las novelas Ángel de alas negras y Cristeros, conversaciones con mi abuelo. Es una de las autoras de literatura infantil y juvenil más leídas en Jalisco, México.
La visitante de los espejos
La mexicana Laura Hernández Muñoz presenta una novela lírica muy recomendable: La visitante de los espejos. Su valía se encuentra en el acertado uso del símbolo, la dosis de sinceridad de la protagonista y el entramado de la vida que el personaje, una mujer de cincuenta años, realiza de modo introspectivo. La historia entrelaza una conciencia religiosa aprendida durante la convivencia colegial, un cúmulo de virtudes inculcadas en el seno familiar y una curiosidad intelectiva imposible de detenerse, al grado de cuestionar la educación sentimental recibida, la conducta apropiada ante los misterios bíblicos, la renuncia a los sueños individuales en pos de la libertad absoluta para imaginar, crear y olvidar la línea divisoria entre lo real y lo quimérico.
La protagonista de La visitante de los espejos mantiene una relación continua con la superficie pulida que le permite contemplarse desde niña, con una mirada que nos descubre la esmerada educación recibida, puesto que, al descubrir su desnudez de modo fortuito, se describe con un discurso de impecable elegancia: «Un sentimiento de vergüenza la impulsó a cubrir con sus manos la rejilla del pubis y los botones de sus pechos» (p.13). El espejo se convierte en la imagen de otra niña, quien la mira desde otra dimensión, en la cual la sinceridad es el elemento central de la vida. El espejo será el símbolo recurrente de cada una de sus etapas como mujer, en él se reflejará la adolescente, la mujer y la mujer madura, en los instantes precisos que marcan la vida social.
Silvia Quezada Camberos
Dra. En Humanidades y Artes
