Ayer y todavía

15,00 IVA Incl.

Detalles del libro

Peso 0.130 kg
Páginas

68

Encuadernación

Rústica

Idioma

Castellano

ISBN

9788417825379

Sobre el autor

Araguas, Vicente

Araguas, Vicente

Vicente Araguas (Xuvia-Neda, Coruña, 1950), doctor en Filología inglesa, tiene un largo recorrido como lobo solitario, así prefiere definirse, de la Literatura. Ajeno a negociados, círculos y cenáculos, tribal (del Portazgo nedense que lo vio nacer y ama con amor definitivamente carnal) y al tiempo, cosmopolita, Araguas escribe con la misma libertad e independencia con la que se entrega a la (sin)razón erótica. Tal como se puede ver en el libro que el lector tiene ante sí, apenas una entrega de otros que han de venir en la misma línea. Intérprete de su poesía Vicente Araguas la ha movido también por Escocia, Francia, Estados Unidos, República Checa, Italia o Portugal —estas tres naciones han visto libros del autor en sus idiomas originales, en traducciones de Klára Goldstein, Sabrina Lembo o Viale-Moutinho—. Si bien Vicente Araguas transita por diferentes géneros literarios —suya es la novela Viaje al país de la luna. Amadeo I—, su opción preferida es la poética. En ella se encuentra Que voy de vuelo, con raíces inevitablemente místicas. La manera amorosa que mejor entiende, y proclama, este poeta de soledades compartidas. Para quien la Poesía, que enseña actualmente en el Colegio Logos, de Molino de la Hoz (Madrid), es conocimiento y experiencia, manera de vivir y de amar, alfa y omega de esa fruta-oxímoron, por dulce y amarga, que llamamos vida. 

Hasta me parece que la poesía se escribe (o ella te escribe a ti, o ambas cosas) para que sirva de asidero, de ancla. Para que nos sostenga sujetos de esta orilla, sea la que fuere, donde hay tantas cosas que nos asombran, encantan, maravillan. No, yo creo que no queremos marcharnos jamás, que quisiéramos plantar como el instante aquel del Monte Tabor unas chozas, no tiendas, no, simples cabañas, en que alojarnos, en que sentirnos libres de la tormenta que bate bravía ahí afuera. Y nosotros, dentro, muy adentro, arropados por mantas que abrigan pero no agobian. (…) Y es que todos necesitamos cobijo, como el que nos da la poesía. Misterio, el que dota a la poesía de raya, rimmel, rubor o cuanto haga falta para maquillarnos en esta difícil batalla de vivir o —cuando menos— de fingir que vivimos. 

Y hasta me parece que la estación más favorable a cierta poesía escrita por mí es el verano. Yo que amo los viajes, también los interiores, el sitio, no lo dudo: Xuvia-Neda. Encuadrado mi huerto por ese ventanal abierto al aire del verano de Neda. Como un verano en Neda, subtitulé un libro de poemas anterior a este. Sigo afirmándome en ello. También en que la poesía es un intento esperanzado para no marcharnos nunca. Para que en el huerto crezcan también las cabañuelas. Mientras merodea el amor con sus disfraces múltiples. Algo así o de esta manera. Ayer y todavía.

Vicente Araguas

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