Basilio de Brito ha vuelto a Lisboa

13,00 IVA Incl.

Detalles del libro

Peso 0.101 kg
Páginas

50

Encuadernación

Rústica

Idioma

Castellano

ISBN

9788418333231

Año de publicación

2020

Sobre el autor

Araguas, Vicente

Araguas, Vicente

Vicente Araguas (Xuvia-Neda, Coruña, 1950), doctor en Filología inglesa, tiene un largo recorrido como lobo solitario, así prefiere definirse, de la Literatura. Ajeno a negociados, círculos y cenáculos, tribal (del Portazgo nedense que lo vio nacer y ama con amor definitivamente carnal) y al tiempo, cosmopolita, Araguas escribe con la misma libertad e independencia con la que se entrega a la (sin)razón erótica. Tal como se puede ver en el libro que el lector tiene ante sí, apenas una entrega de otros que han de venir en la misma línea. Intérprete de su poesía Vicente Araguas la ha movido también por Escocia, Francia, Estados Unidos, República Checa, Italia o Portugal —estas tres naciones han visto libros del autor en sus idiomas originales, en traducciones de Klára Goldstein, Sabrina Lembo o Viale-Moutinho—. Si bien Vicente Araguas transita por diferentes géneros literarios —suya es la novela Viaje al país de la luna. Amadeo I—, su opción preferida es la poética. En ella se encuentra Que voy de vuelo, con raíces inevitablemente místicas. La manera amorosa que mejor entiende, y proclama, este poeta de soledades compartidas. Para quien la Poesía, que enseña actualmente en el Colegio Logos, de Molino de la Hoz (Madrid), es conocimiento y experiencia, manera de vivir y de amar, alfa y omega de esa fruta-oxímoron, por dulce y amarga, que llamamos vida. 

Vicente Araguas siempre ha manifestado una admiración sin límites hacia Eça de Queirós. A quien tiene como escritor de cabecera y guía literario, y aun humano, en momentos de perplejidad. Sobre todo por esa novela descomunal llamada O primo Basilio, luego de Madame Bovary, señala Araguas, la cumbre de la narrativa de adulterio femenino (pleonasmo decimonónico). Hoy las cosas, ciertamente, han cambiado. Tanto como para que Vicente Araguas, al verter esta novela al río lírico, haya cambiado la historia. De manera que Luísa no muere, de pena, sino que —una vez divorciada— trabaja como dependienta en unos grandes almacenes lisboetas. Y Jorge, desengañado Jorge, se ha dado a la bebida. Nada de muerte, pues, sino de reflexión sobre ella. También sobre la vida. Pretexto, en todo caso, para que el poeta, tal vez no tan fingidor como en Pessoa, se introduzca él mismo en este poema monográfico, pero multidireccional, como un cañón giratorio, mudado en personaje de O primo Basilio. En este libro libérrimo, por más que la métrica, el silabeo, sean el pan y el vino de cada día, que apunta a Vicente Araguas como poeta imprescindible en el ámbito de una poesía, la española, poco dada a mirar hacia afuera, inmersa en un obliguismo rutinario, donde el «omphalós» ni siquiera tiene la música del poema del maestro Seamus Heaney. Otro escritor, poeta en este caso, donde Vicente Araguas siente reconocimiento y estímulo. Traductor del portugués, reciente la antología Sombras de porcelana brava, de poetas lusas, a él debida, Vicente Araguas proyecta con amor su mirada hacia el país vecino. De donde la idea de este libro, lírico pero entreverado de épica, en puridad un poema solo, aunque compuesto por secuencias que unificadas componen un volumen singular donde la historia no solo es lo que es sino lo que pudo haber sido. Y no otra cosa quiere la poesía auténtica. Esta lo es.

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