XIII sonetos orgasmolátricos y Balada

17,00 IVA Incl.

Detalles del libro

Peso 0.206 kg
Páginas

64

Encuadernación

Rústica

Idioma

Castellano

ISBN

9788415014324

Sobre el autor

Alcalá-Zamora, José

Alcalá-Zamora, José

José Alcalá-Zamora, historiador, corredor de fondo y poeta, nació en Málaga en septiembre de 1939. Es­tudioso de la España áurea y del dra­maturgo Calderón de la Barca, ha corrido la distancia maratónica o ultramaratónica en 274 ocasiones. Autor, hasta la fecha, de 41 poema- rios, dos de ellos inéditos, y de 5.432 sonetos en diecisiete campos temáti­cos diferentes, desde el espiritual o el erótico y ultrasádico hasta el satírico o amoroso. Prepara desde hace varios meses la edición de su obra magna, Mis mil mejores sonetos.

Las ascuas de un crepúsculo dorado es la primera novela que publica.

Dos partes componen tu nuevo libro. La primera contiene una divertida, irónica, satírica, vigorosa y siempre elegante muestra, en terreno donde los más se hunden en el cenagal de la ordinariez o del abstrusismo pretencioso, de tus sonetos eróticos, una de tus líneas de trabajo lírico que prefiero. El más allá del orgasmo; los equívocos segismúndicos de la identidad sexual; la magia del vestuario y ornamento femenino; los juegos maravillosos de la fantasía sexual, el más poderoso excitante libidinal; el sadomaso y dolor simbólicos; las delicias de la entrega recíproca y del bondage; esos fetiches que producen “comprensivas sonrisas” de quienes luego veneran de rodillas las más asquerosas reliquias o, en fin, la alta valoración del placer no compartido, como posibilidad investigadora y enriquecedora del propio gozo y también, a la postre, del compartido, que tan apocado suele ser en quienes condenan “el vicio solitario”.

En segundo lugar, el sugestivo y complejísimo poema largo que titulas Balada, con los exquisitos dibujos de Chamorro que ilustran los 201 versos blancos de ritmo impar, que en realidad son 364 si se procede a la natural división en heptasílabos de los mayoritarios alejandrinos, escoltados por 26 endecasílabos, tu especialidad habitual, y dos pies cortos. Salta a la vista que tu Balada no expresa ningún desprecio a la mujer ni incitación alguna a la violencia; el contraste que manifiesta esa apariencia con la infinita ternura de cada detalle del texto, condena interpretación tan mezquina, que sólo cabe, y mucho más conociéndote, en las mentes obsesas de la corrección “antigua” y victoriana de una arqueológica derecha o en la no menos miserable de una cierta izquierda dogmática y cínica nacida anteayer al mundo de la cultura y aún no al de la inteligencia crítica, incapaces ambas de abordar, y penetrar, el más fascinante de los misterios, el mundo simbólico, alegórico, infantil, juvenil, religioso, de las imágenes del sexo, del placer en sus dos dimensiones mayores: la transmisión de la vida y el amor. Porque, a mi juicio, eso es tu Balada, un canto inocente y extremo de deseo y amor donde la excitación va aumentando, desde la llegada de ella en carruaje y su entrega voluntaria al amor hasta su plena y absoluta orgasmación y abandono final en el éxtasis que sólo la terrible iconografía de la muerte es capaz de sugerir en todo su anonadamiento. El sacrificio amoroso de tu bellísima heroína virginiana es harto menos vesánico que el cien billones de veces recordado, repetido y reconstruido en sus más sórdidos detalles de la crucifixión cristiana. Sólo te pido no fundes sobre él ninguna religión que luego luego institucionalice y pudra la recepción de tus herederos…

Gianbattista Porta Caldera (en carta al autor)

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