Se edita en este libro la segunda parte del Coloquio de los perros de Miguel de Cervantes, que escribió, no mucho después de la muerte del autor del Quijote, Ginés Carrillo Cerón, secretario de la Real Chanchillería de Granada y publicó en un volumen misceláneo con otras siete novelas que llevó por título Novelas de varios sucesos en ocho discursos morales (1635). Dicho volumen fue desconocido para los bibliófilos antiguos y dio cuenta de su existencia por primera vez Emilio Cotarelo en 1925. Se conserva en un ejemplar único que no había vuelto a ver nadie hasta que apareció otra vez citado en las páginas del Itinerario del entremés de don Eugenio Asensio (1965). Desde esa fecha, nadie más ha vuelto a saber del libro y todos cuantos se ocuparon de la novela corta del siglo XVII manifestaron copiar las noticias de alguno de los estudiosos citados. Incluso se llegó a pensar en la posibilidad de que el nombre de su autor pudiera corresponder a un seudónimo o que se debiese a un invento de su descubridor. Por fortuna, el ejemplar ha vuelto a aparecer y ello nos permite dar a conocer en sus propios términos la novelita que continúa la primera parte del Coloquio de los perros de Cervantes y, de paso, saber algo más de la recepción de esa primera parte. Como se prometía en ella, ahora es el perro Cipión el que cuenta su vida, en correspondencia con la vida de Berganza que se contaba en la primera parte. Y con la autobiografía se mezclan anécdotas de representantes, cuentos tradicionales, poemas y otros elementos que conforman un conjunto interesantísimo de la literatura española del Siglo de Oro.
Se edita en este libro la segunda parte del Coloquio de los perros de Miguel de Cervantes, que escribió, no mucho después de la muerte del autor del Quijote, Ginés Carrillo Cerón, secretario de la Real Chanchillería de Granada y publicó en un volumen misceláneo con otras siete novelas que llevó por título Novelas de varios sucesos en ocho discursos morales (1635). Dicho volumen fue desconocido para los bibliófilos antiguos y dio cuenta de su existencia por primera vez Emilio Cotarelo en 1925. Se conserva en un ejemplar único que no había vuelto a ver nadie hasta que apareció otra vez citado en las páginas del Itinerario del entremés de don Eugenio Asensio (1965). Desde esa fecha, nadie más ha vuelto a saber del libro y todos cuantos se ocuparon de la novela corta del siglo XVII manifestaron copiar las noticias de alguno de los estudiosos citados. Incluso se llegó a pensar en la posibilidad de que el nombre de su autor pudiera corresponder a un seudónimo o que se debiese a un invento de su descubridor. Por fortuna, el ejemplar ha vuelto a aparecer y ello nos permite dar a conocer en sus propios términos la novelita que continúa la primera parte del Coloquio de los perros de Cervantes y, de paso, saber algo más de la recepción de esa primera parte. Como se prometía en ella, ahora es el perro Cipión el que cuenta su vida, en correspondencia con la vida de Berganza que se contaba en la primera parte. Y con la autobiografía se mezclan anécdotas de representantes, cuentos tradicionales, poemas y otros elementos que conforman un conjunto interesantísimo de la literatura española del Siglo de Oro.
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