Floramante de Colonia (parte II de Clarián) (Guía de lectura)
El ciclo de libros de caballerías centrado en torno a la figura de don Clarián de Landanís y su linaje comprende cinco obras distintas, publicadas entre los años 1518 y 1528. En esos diez años, tres autores distintos y con diversa concepción de la poética del género caballeresco se ensayaron en la literatura de ficción áurea: Gabriel Velázquez de Castillo, padre de la criatura alumbrada en 1518, Álvaro de Castro, que prolongó las aventuras clarianescas en un libro segundo aparecido en 1522, y Jerónimo López, escudero hidalgo de la Casa del Rey de Portugal, que retomó la obra inaugural del ciclo para darle a don Clarián un egregio hijo (Floramante de Colonia en la Segunda parte), unos dignos rivales en la primacía caballeresca (Garçón de la Loba y su hijo Deocliano en el Libro tercero de 1524) y un honorífico y respetuoso recuerdo cuando nuevas generaciones de caballeros relegan al fundador de la saga a un papel casi irrelevante (la Cuarta parte de 1528). Es pues López el autor que más aportó –al menos cuantitativamente– al ciclo de don Clarián, aunque poco parecieron interesarle sus afanes creativos al destinatario de sus tres libros, el rey don Juan III de Portugal.
El ciclo de libros de caballerías centrado en torno a la figura de don Clarián de Landanís y su linaje comprende cinco obras distintas, publicadas entre los años 1518 y 1528. En esos diez años, tres autores distintos y con diversa concepción de la poética del género caballeresco se ensayaron en la literatura de ficción áurea: Gabriel Velázquez de Castillo, padre de la criatura alumbrada en 1518, Álvaro de Castro, que prolongó las aventuras clarianescas en un libro segundo aparecido en 1522, y Jerónimo López, escudero hidalgo de la Casa del Rey de Portugal, que retomó la obra inaugural del ciclo para darle a don Clarián un egregio hijo (Floramante de Colonia en la Segunda parte), unos dignos rivales en la primacía caballeresca (Garçón de la Loba y su hijo Deocliano en el Libro tercero de 1524) y un honorífico y respetuoso recuerdo cuando nuevas generaciones de caballeros relegan al fundador de la saga a un papel casi irrelevante (la Cuarta parte de 1528). Es pues López el autor que más aportó –al menos cuantitativamente– al ciclo de don Clarián, aunque poco parecieron interesarle sus afanes creativos al destinatario de sus tres libros, el rey don Juan III de Portugal.
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