Isabel Bernardo (Salamanca, 1963) es autora de varios libros de poemas —Sur (2009), Tiempo de migraciones (2014), Caballos sobre el viento (2015), Flores del fuego (2015), Para que calle el viento (2015), Salve. Hijos de Eva (2016), Donde se quiebra la luz (2017), y de la plaquetteDiario del caballo, la noche y la herida (2018), entre otros—, de títulos de género infantil y de la novela GTB2.0(Un viaje a la Gastronomía de todos los siglos en una historia de ficción) (2018). Parte de su obra (poemas, artículos, ensayos, relatos…) está publicada en revistas, antologías y en La Gaceta Regional de Salamanca, donde es columnista desde 2006. Ha desempeñado una larga labor de coordinación y difusión de la cultura en diferentes ámbitos e instituciones. Miembro numerario del Centro de Estudios Salmantinos, es premio Internacional de Poesía Flor del Almendro (2010), XXXIV Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística (2014), Premio Sarmiento de Poesía (2016), Poeta ante la Cruz (2017)... En 2019 recibió la distinción de Hija Adoptiva de La Fuente de San Esteban (Salamanca).
Conozco pocos poetas que tengan un criterio tan propio como Isabel Bernardo. Pocos poetas tan poetas. Se dan en ella
—sin que ella acabe de ser consciente— todos los requisitos misteriosos de la creación artística: ante todo, escribir con una constancia que participa del arrebato entusiasta y de la ordenación minuciosa del mundo. Y antes y después de ese todo, vivir como poeta, con una intensidad distinta, exclusiva de los temperamentos generosos. Ahora publica África, un libro de lejanías, que viene a cumplir aquello que dijo Umbral, que el escritor es un ser de lejanías. Cualquier poeta, desde Horacio, necesita distancia de todo, cuanta más mejor, para de pronto, cuando la lejanía es máxima, convertirla milagrosamente en cercanía. África, este libro, es eso y hace eso. Todo está tan cercano que nos toca.
Una tarde, inolvidable por la lluvia torrencial que interrumpió su relato, Isabel me contó de dónde viene su pasión por el continente africano. El tiempo que pasó allí, las personas que conoció, los retornos de todo aquello. (…) África le sirve para proyectar otro instante, más duro y más difícil de decir, y además todo va en otro orden. Así lo viene a explicar, sin dejar el enigma, el subtítulo del libro: «Una lejanía / donde son posibles / todas las lejanías». En realidad, donde es posible una gran lejanía. Isabel dedica el libro a su padre. Así África se superpone sobra la figura paterna, en una ecuación personalísima que solo resolverán quienes se adentren en estas páginas.
J. A. González Iglesias
Valoraciones
No hay valoraciones aún.
Sé el primero en valorar “África. Una lejanía donde son posibles todas las lejanías” Cancelar la respuesta
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y facilitar la navegación. Si continúa navegando consideramos que acepta su uso.política de cookies, pinche el enlace para mayor información.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.