Mills Fox Edgerton (Nueva Inglaterra, EE.UU., 1931) es considerado por la crítica literaria uno de los filólogos y autores más relevantes de las letras hispanas de este último medio siglo. Desde su niñez mostró gran interés por el aprendizaje de diferentes idiomas y llegó a conocer diez de ellos, enamorándose especialmente del castellano para realizar sus creaciones artísticas. Se doctoró en Lenguas Románicas por la Princeton University. Fue catedrático de Lenguas Modernas en la Bucknell University durante treinta y tres años, veinte de los cuales los dedicó también a dirigir la Bucknell University Press. Actualmente es profesor emérito de esta universidad, donde una beca de estudio lleva su nombre.
Es autor de más de una treintena de libros de diferentes géneros literarios (poesía, relato, novela y teatro). A pesar de su extensa y profunda formación políglota, se considera un escritor español de vocación.
Este libro, la primera recopilación de textos teatrales de Mills Fox Edgerton, aunque nuevo, ya estaba escrito. Mills ha tomado el atajo de los años, escribe con la confianza del que siempre estuvo allí sentado poniendo negro sobre blanco las palabras que gritan, susurran y repiten los personajes que habitan en su cabeza. Ya en sus obras anteriores se advertía la enorme necesidad de diálogo que tenían sus personajes, como si la dramaturgia brotara rompiendo la dura piel del libro literario. Con cada vez menos descripciones, más voz, más tos, más carraspear, reír y llorar, los personajes se hacían más ruidosos y se abrían paso entre las espesas páginas de las novelas para escaparse, pelearse, enamorarse, morirse y, en fin, representarse en boca de actores. Después de publicar más de una treintena de libros, la meta del oficio de dramaturgo estaba bajo sus zapatos, ya había llegado por el atajo de los años, solo hacía falta anunciarlo.
Autobiográficos, tradicionales, divertidos y algunos un tanto extraterrestres son los temas que estas obras plantean. A pesar de mis advertencias y regaños, no conseguí convencerle de hacerlas más largas, tal vez en la mezcla de dos piezas para una misma función esté la receta de una noche teatral de Fox Edgerton, el dramaturgo que siempre estuvo allí y que paradójicamente podría ganar un premio a mejor autor revelación.
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