Isidoro Arroyo Masa, es un hombre de raíces profundas: hombre enraizado profundamente en la fe cristiana, algo de lo que da testimonio en las más diversas circunstancias de su vida que, de una u otra manera, aparecen reflejadas en el libro; hombre enraizado profundamente en la tierra extremeña, en la que hasta el día de hoy permanece y cuyo amor ha inculcado a sus alumnos; hombre de profundas raíces familiares, vuelca su amor a los suyos de forma magistral en la obra; y hombre, en fin, de profundas raíces literarias, cuya expresión alcanza cotas muy elevadas en las que la perfección técnica de la forma se une a la profundidad del contenido.
Isidoro Arroyo Masa (Navalvillar de Pela, Badajoz, 1941) estudió Magisterio en la Escuela Normal de Badajoz, Maestro Nacional (Oposición de 1965), en activo hasta su jubilación (2001).
Además de desarrollar una brillante trayectoria como docente, desde siempre ha sentido inquietudes culturales y ha alimentado desde joven una auténtica vocación literaria. Obtuvo el Primer Premio del concurso literario convocado en la antigua Escuela Normal de Magisterio de Badajoz, con el poema titulado “Canto a la noche” (1963); miembro de la asociación cultural Peñuelas llanasdesde su creación hasta su desaparición (2009-2012), colaborador literario en el periódico comarcal Báculo hasta su desaparición (2000-2005), ha publicado artículos y poemas en el periódico local En mi Pueblo (2010-2011), es igualmente colaborador de la Revista-Memoria de Cáritas Parroquial de Navalvillar de Pela.
Asimismo, ha colaborado con la revista Alcantara, que edita la Diputación de Cáceres.
En este mismo grupo editorial inició su singladura literaria publicando El remanso (2015) y Raíces profundas (2017).
Amedida que vayas adentrándote, afortunado lector, en las páginas del libro que tienes en tus manos, irás comprendiendo lo acertado de su título. Porque su autor, mi amigo y compañero –hoy los dos felizmente jubilados– Isidoro Arroyo Masa, es un hombre de raíces profundas. Hombre enraizado profundamente en la fe cristiana, algo de lo que da testimonio en las más diversas circunstancias de su vida que, de una u otra manera, aparecen reflejadas en el libro. Hombre enraizado profundamente en la tierra extremeña, en la que hasta el día de hoy permanece y en la que de niño y joven
él bregó siendo labriego de trillo, carro, arado, cigüe.al, hoz «zacho» y bieldo
en los años 50 del pasado siglo, época a la que se refiere en la introducción como
aquella positiva y feliz etapa de mi vida
y, ya de adulto, inculcando el amor a este terruño a sus alumnos, en su profesión de maestro.Hombre de profundas raíces familiares, un amor entrañable a su esposa Nico, sus hijos, padres y hermano…, expresado magistralmente tanto en el verso como en la prosa de esta obra. Hombre, en fin, de profundas raíces literarias, cuya expresión alcanza cotas muy elevadas, como comprobarás en romances o sonetos, en los que la perfección técnica de la forma se une a la profundidad del contenido.
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