Razones particulares

Ilustres bebedores, porque a vosotros solos… van dedicados estos relatos de Hernán Toro. Retomo las palabras de François Rabelais como también hubiera podido tomar algunas de Jorge Luis Borges, pues es en los derroteros de este par de gigantes de la literatura donde el autor de este libro bebe golosamente.

En Razones particulares podemos hallar las largas listas humorísticas tan presentes en Gargantúa, como la metafísica entrelazada con apuntes librescos de Borges.

No es preciso leerlo de forma lineal, cualquiera de los relatos es un camino corto pero profundo con fous littéraires (locos literarios) y otros seres raros sensibles a las señales de su cotidiano para (des)ubicarse en un mundo contemporáneo absurdo.

Las historias están relatadas en tercera persona del singular por un narrador irónico que parece divertirse comentando sutilmente los pequeños improvistos de los personajes. O por estos mismos, que no se percatan cuánto pueden sacarles sonrisas a los lectores. Deseosos, por lo demás, de aprender y saborear las variadas referencias filosóficas y literarias, no solamente helénicas, que el autor nos va dejando con su talento narrativo, como las migas de pan utilizadas por Hansel y Gretel para no perderse en el bosque.

Como en el poema en prosa de Charles Baudelaire titulado «El perro y el frasco», los lectores de Hernán Toro hallarán en Razones particulares el equivalente en escritura de «un excelente perfume, comprado en la mejor perfumería de la ciudad», en vez de «un montón de excrementos» que los perros husmearían con delicia, «devorándolos tal vez».

Juan Sebastián Rojas