Luis Greciano, superviviente del caótico y agobiante mundo de los informativos de televisión, se vio obligado a reinventarse en 2013, tras 35 años dedicados a una profesión que le permitió viajar y conocer gentes de todo el mundo. Unos cambios traumáticos le devolvieron a sus orígenes y a antiguas costumbres, aunque sin abandonar las colaboraciones televisivas. Hasta entonces escribir siempre había sido una fórmula sistemática en el quehacer diario, en el que cabían pocos adornos. Tan solo en contadas ocasiones se regalaba algunas páginas para su intimidad. Pero en su memoria iba registrando hechos, historias, huellas que iban marcando su vida. La costumbre fue derivando en necesidad y cuando algo le inspiraba, se apresuraba a anotarlo (siguiendo el método de Bob Dylan, armado siempre de una grabadora y su guitarra para retener cualquier idea o melodía allá donde se le ocurriera). Y se puso manos a la obra, este libro es el resultado.
El vértigo de la noticia que zarandea a sus jóvenes intérpretes es el motor de esta novela, que unas veces se revoluciona a máxima potencia y en otras ocasiones suaviza su marcha con la cadencia de una pavana. Los personajes de Capital Información TV son reales, aunque vestidos con otros nombres. Las situaciones y vivencias que se narran son radiografías tamizadas en la memoria por la mente y los ojos del autor. La atmósfera en la que todos estos componentes se desenvuelven es la redacción de una televisión pionera y en crecimiento en Madrid capital. El empuje de la juventud, la inexperiencia de los principiantes, la fogosidad en las pasiones sofocada por la frialdad de la decepción y el implacable ritmo del tiempo dibujan un paisaje sin principio ni fin definidos. Es la vida agridulce del periodista lo que se pretende relatar, con sus altibajos y sus sensaciones encontradas, esos recovecos instalados en días azules o grises, con éxitos y fracasos protagonizados por amigos y enemigos, que tejen el tapiz de una farsa intensa y apasionada.
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Echo de menos al periodista Luis Greciano, que ha sabido, a lo largo del tiempo, transmitir su mucha humanidad al trabajo desaforado de la información. Con él, una noticia siempre ha tenido algo de latido cercano. Por suerte, el novelista Luis Greciano ha decidido ocupar ese puesto que tanto necesitamos.
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