Hay un lugar

Aunque de diferentes estilos, e incluso trabajando géneros distintos (fundamentalmente relato corto y poesía), las obras de estos ocho creadores (Gonzalo Benito, Rubén Silva, María Cabrera, Alberto Guerra, Alba López, Adrián López, Luis Criado y Natacha Cano) comparten un objetivo común: permanecer como fiel testimonio de una generación y un tiempo referenciales (primera década del tercer milenio), y además, en un momento de incertidumbre y de grandes cambios, que suponen el inicio de un nuevo ciclo. Aunque provienen de latitudes muy variadas, estos «albaricoques» comparten un lenguaje y una estética eminentemente urbanos, abordando temas que reflejan las vivencias, inquietudes, anhelos y decepciones de la juventud actual, y, por extensión, de nuestra propia sociedad. Los relatos y poemas que incluye Hay un lugar, de Albaricoques verdes, constituyen un sabroso manjar literario que tú, amigo lector, no deberías dejar de saborear.

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Detalles del libro

Peso 0.162 kg
Páginas

96

Encuadernación

Rústica

Idioma

Castellano

ISBN

9788493818876

Sobre el autor

Albaricoques verdes

Albaricoques verdes

Albaricoques verdes
Somos un grupo de amigos que nos conocimos hace dos años en un taller literario: el principio de una historia de palabras y sueños. El cruce de ocho vías convergentes.
Desde entonces, caminamos juntos. En cualquier rincón de Madrid, entre atardeceres y conversaciones infinitas, convertimos lo sencillo en algo grande.
Hoy, la ilusión nos trae hasta vosotros. Nuestros textos quieren correr por toda la ciudad, sentiros, entrelazarse en vuestras manos, ser compañeros de baile.
En cada verso, en cada estrofa, en cada cuento, descubriréis un trocito de nosotros. En este ir y venir de palabras, hay un lugar donde nos encontraremos.

El Centro Integral de Juventud 14.30 Espacio Joven, dependiente de la Comunidad de Madrid, se puso en marcha en 2003, funcionando a pleno rendimiento hasta 2008. Ubicado en el barrio de Entrevias (distrito de Vallecas), durante esos años se convirtió en un enclave cultural y formativo de primer orden, bajo la coordinación de Lola Ballesteros y con un equipo de colaboradores de excepción (Manuela Gonzálvez, Mamen Salomón y Alberto Aradilla, entre otros).

En el mencionado Centro tuve la satisfacción de impartir numerosos talleres y de parti­cipar en diversas actividades: Taller de Animación a la lectura, de Lenguaje del cuerpo, de Comunicación escrita, de Hablar en público, de Creación literaria… Asimismo, fui jurado en las distintas ediciones del Certamen de poesía al instante y coorganizador de la actividad denominada «El mejor plato para el mejor relato», dentro de la Semana del Libro del castizo distrito madrileño. En estos cursos y actividades participaron varios cientos de jóvenes que me posibilitaron disfrutar y aprender con su enorme ilusión y valiosísimas aportaciones inte­lectuales, literarias y creativas. Y en ese contexto, en el último Taller de Relato Corto y Poesía que impartí, conocí -y se conocieron- el grupo de ocho narradores y poetas que forman parte del colectivo Albaricoques verdes, que adoptaron este acertado nombre tras analizar en clase un cuento de Sagrario Núñez que responde al mismo título. Desde entonces, la narradora y poeta murciana se ha convertido en madrina del grupo.

De alguna manera, estos jóvenes, nacidos todos en la década de los ochenta, representan la labor entusiasta y algo quijotesca de un puñado de funcionarios, trabajadores, profesores y alumnos de la mencionada institución, hoy en vías de reconversión o desaparición.

Albaricoques verdes nacieron como grupo literario con vocación de continuidad, pues dos años después de su «fundación» mantienen un fuerte vínculo de amistad y una estrecha colaboración, alimentando una web colectiva (www.albaricoquesverdes.com) y reforzando sus respectivas vocaciones literarias. Aunque de diferentes estilos, e incluso trabajando géne­ros distintos (fundamentalmente relato corto y poesía), las obras de estos ocho creadores (Gonzalo Benito, Rubén Silva, María Cabrera, Alberto Guerra, Alba López, Adrián López, Luis Criado y Natacha Cano) comparten un objetivo común: permanecer como fiel testimonio de una generación y un tiempo referenciales (primera década del tercer milenio), y además, en un momento de incertidumbre y de grandes cambios, que suponen el inicio de un nuevo ciclo.

Aunque provienen de latitudes muy variadas: Burgos, León, Almería y Madrid, estos «albaricoques» comparten un lenguaje y una estética eminentemente urbanos, abordando temas que reflejan las vivencias, inquietudes, anhelos y decepciones de la juventud actual, y, por extensión, de nuestra propia sociedad.

Los relatos y poemas que incluye Hay un lugar, de Albaricoques verdes, constituyen un sabroso manjar literario que tú, amigo lector, no deberías dejar de saborear. Porque, aunque sean los primeros de esta temporada, te parecerán jugosos y apetecibles.

Basilio Rodríguez Cañada

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