Las termas del lago apacible

En la producción literaria de Segismundo Luengo, es el agua un elemento recurrente con marcado protagonismo: bravia y avasalladora en El Duero venía loco, su primera novela; sometida a norma y control en El río es de todos y en Agua feudal y soñadora. En Las termas del lago apacible, la novela que ahora nos regala Segismundo Luengo, el agua, mansa y serena, compone un espejo donde se miran las estrellas.

Novela de difícil catalogación; ¿amatoria, social, católica? En la amable convivencia de un balneario señorial surge el amor impetuoso y limpio entre el célibe y la bella malcasada, intacta, insatisfecha e inquieta. Creyentes los dos enamorados, se encuentran ante un grave problema moral que sólo puede resolver la anulación del matrimonio de la inocente malcasada. El novelista mete en el juego a sacerdotes amigos y un monseñor considerado papable en círculos del Vaticano. La temática recuerda a famosos novelistas católicos del siglo último que no concebían la novela como forzosamente apologética. Luengo encara el resbaladizo caso con valiente claridad, suficiente conocimiento canónico y respetuoso talante; el desenlace no escandaliza a nadie. En torno al asunto central transcurre la vida social del balneario con la participación de personajes bien caracterizados.

La ingeniosa fabulación se enriquece con puntuales y poéticas descripciones de paisajes y edificios, y cultas incursiones en el Arte, la Historia y las Antigüedades. Buen conocedor de la época cervantina, Luengo intercala en la novela curiosas narraciones breves y composiciones en verso. Acertó al situar la acción en un balneario, el de Alhama de Aragón, pueblo al que dio el nombre de Avantares de Aqua;el dramático contrato entre la placidez del lugar y algunos episodios de pasión o enemistad, estaba asegurado.

Rufo Gamazo Rico