¿Qué pasó en El paso? tiene por personajes a los habitantes de ese pueblo, aunque el hilo conductor es la vida del matrimonio que regenta el bar. Un retorno a las raíces que dura lo que tardan en construir un centro comercial en el lugar; pero Goyo no se queda en la tristeza de la pérdida de lo tradicional, sino que nos permite ver cómo el ser humano es capaz de adaptarse a las situaciones cambiantes, lo que nos ha permitido ser la especie predominante en el planeta.
Gregorio San Vicente Fernández (Madrid, 1969) nació y se crió en un entorno sociocultural humilde del extrarradio madrileño (barrio del Lucero). Tras realizar el servicio militar en Mahón (Menorca), regresó a su ciudad natal. Al cumplir veinte años comenzó profesionalmente en el sector de la hostelería y con veintinueve vivió dos tragedias familiares que no supo afrontar, cayendo en el mundo de las drogas. Ingresó en la prisión de Soto del Real con cuarenta años. En 2012 colaboró en la obra Historias desde la cárcel, unos meses después vio la luz su primera novela, Piénsatelo bien, y en 2013 publica la segunda, Qué pasó en El Paso, ambas publicadas en esta misma editorial.
El Paso, como miles de bares, es el punto de reunión donde se narran historias, donde se analiza el devenir de una forma de vida cada día más en desuso y por la que el autor se nota que siente verdadero cariño. Humildemente desgrana el paso del tiempo por los habitantes y negocios, mostrando con naturalidad cómo la modernidad arrolla a los que se duermen.
¿Qué pasó en El paso? tiene por personajes a los habitantes de ese pueblo, aunque el hilo conductor es la vida del matrimonio que regenta el bar. Un retorno a las raíces que dura lo que tardan en construir un centro comercial en el lugar; pero Goyo no se queda en la tristeza de la pérdida de lo tradicional, sino que nos permite ver cómo el ser humano es capaz de adaptarse a las situaciones cambiantes, lo que nos ha permitido ser la especie predominante en el planeta.
Goyo San Vicente, como le gusta que le llamen, tiene en su mente historias de todos los días, de panaderos, churreros, carpinteros, albañiles…, en fin, gente con la que nos cruzamos a diario y lo bueno es que no juzga, solo se limita a narrar lo que ha visto muchas veces, lo que sus amigos le han contado, logrando hacer de lo que no sería más que una anécdota de bar una historia para que la disfrute hasta el lector más culto.
—¡Rosi, cariño! Pon una ronda, que a esta invita el autor -no pudo decir esto sin mirar su hermoso cuerpo y recorriendo el local con su mirada decidió anticiparse a que él le asaltara-, y por supuesto que no le falte de nada al Jajá.
José Luis López Amigo
¿Cómo se iba a imaginar la nieta de Isidro el fatal desenlace de su relación con el croata?
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