Trabajos de una desterrada

Forjadora de una prosa singular, narradora única en el cuadro literario de las autoras pertenecientes a la generación del 27, ya que casi todas ellas, a excepción de Rosa Chacel, fueron fundamentalmente poetas, María Teresa León (Logroño 1903-Madrid 1988) abandonó su patria ensangrentada por una infame guerra fratricida y vagó por Europa e Hispanoamérica durante casi 40 años, inventándose un país, inventándose una vida y una lengua, mientras esperaba ‘volver pronto’. Pero alejada de España y consecuentemente acallada por el franquismo su obra cayó en una especie de letargo.

Es verdad que sus libros más originales, como Memoria de la melancolía, su obra maestra, El soldado que nos enseñó a hablar (Cervantes), Doña Jimena Díaz de Vivar, Morirás lejos, Fábulas del tiempo amargo (editadas por un excelente investigador como fue G. Torres Nebrera) u obras de teatro como La libertad sobre el tejado, La historia de mi corazón, o piezas radiofónicas como La niña del balcón de la calle del perro (Bécquer) se han publicado, pero ello no basta para arrancarla de su injustificado olvido. Este libro mínimo, hecho de retazos de su vida y su obra en el destierro argentino e italiano junto a su compañero el poeta Rafael Alberti, del que fue apoyo y musa, representa sólo la punta del iceberg de lo mucho que queda todavía por rastrear en la obra dispersa de María Teresa León. Trabajos de una desterrada contiene fragmentos inéditos que evocan aspectos poco conocidos de su andar por la tierra, reveladores de su original creatividad y talento, antes de que el Alzheimer se apoderase de ella: radioconferencias, piezas breves y cartas personales. No le parezca extraño al lector que al leer estas páginas crea oír a María Teresa pronunciar por una cadena de radio de Buenos Aires sus Charlas para mujeres y para hombres “que las quieran escuchar”; y otro tanto puede decirse de sus artículos periodísticos aparecidos en Argentina, Venezuela, México… Ella está ahí, detrás de cada palabra, detrás de cada frase, detrás de cada evocación. Trabajos de una desterrada se cierra dando a conocer un puñado de cartas inéditas que la femme de lettres comunista, más allá de toda ideología, intercambió durante su exilio romano con un joven estudiante de teología.