Javier RupérezRubio(Madrid, 1941) ha sido embajador de España ante los Estados Unidos, ante la OTAN y ante la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa. Fue subsecretario general de la ONU y director ejecutivo del Comité Antiterrorista del Consejo de Seguridad. Representando sucesivamente a UCD, al PDP y al PP, ha sido senador por Castilla la Mancha y diputado por Cuenca, Madrid y Ciudad Real. Presidió las Comisiones de Asuntos Exteriores y Defensa del Congreso de los Diputados, la Internacional Demócrata Cristiana y las Asambleas Parlamentarias de la OTAN y de la OSCE. Fue uno de los fundadores de la revista Cuadernos para el Diálogo. Su firma ha aparecido regularmente en diversas publicaciones periódicas —ABC, El País, El Mundo, El Imparcial, El Debate...—. Preside la consultoría Ruperez International y la plataforma Denaria e imparte cursos de Seguridad y Política Internacional en varias universidades españolas y americanas. Es académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, patrono de la Fundación FAES, socio del Círculo Cívico de Opinión, miembro del Consejo Asesor del Hispanic Council y senior adviser del CSIS. Ha publicado varios ensayos, una novela y un volumen de relatos.
El superviviente que soy y por el que me debo a la historia constata, con inmensa irritación, no ausente de ira y desde luego cargada de los mas negros augurios, que el mundo elaborado y progresivo en el que habíamos trabajado desde el final de la II Guerra Mundial, que pese a los negativos análisis de los agoreros, había conseguido «globalizarse», que en lo fundamental se guiaba por reglas y principios de universal aplicación, que había conseguido dotarse de un sistema de justicia internacional capaz de hacer respetar las leyes entre estados y entre estos y los individuos, ese mundo está hoy puesto en irremediable peligro de extinción. El responsable de la catástrofe tiene un nombre: Vladímir Putin. Y un país, del que es dirigente: la Federación Rusa. Las páginas que siguen, recordatorio, premonición y esperanza del superviviente, recorren el costoso camino de perfección, la criminalidad de los que ahora lo ponen en duda y las vías eventuales para el retorno a la razón. Y a la paz. Para que nunca olvidemos a los que nos precedieron en la guerra y en la paz y hagamos nuestras las palabras que siempre tuvieron como máxima de inspiración y de conducta: Nunca más.
Javier Rupérez
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