Ellas, sus novios, los casados y los otros

Sagrario Núñez ha sabido cincelar en sus escritos el significado de acontecimientos que la impresionaron sobre todo cuando era niña, manteniendo siempre su apego al paisaje natal. Y la dictadura biológica del paso del tiempo ha decantado en su memoria lo que antaño fueron vivencias excitantes. Y aquellas impresiones, ya lejanas en el tiempo, han cuajado en un libro sugestivo en el que se derrama un derroche de sensibilidad.

De pequeña pasó por años difíciles pero no olvidó las verdades inconmovibles del ensueño. Estaba en la edad de las hadas pero su horizonte vital era duro. Y no obstante supo que a su edad las borracheras las da la ilusión y que el mundo real no es el que se ve, sino el que la fantasía y el espejismo de los pocos años forjan a golpe de ensueño. Sagrario se muestra en sus libros como una escritora poseedora de diferentes miradas. Contrastando con su traje de colegiala ingenua, en la portada de su libro Cuentos en la plazuela se vislumbra el dibujo del relato «La novia», en el parece que la muchacha sólo va vestida con el ramo nupcial.

Según Sagrario y Marisol Esteban, yo les recuerdo a las sequoias californianas. También yo reservo para Sagrario una simbología botánica. Para mí, Sagrario es un cóctel afortunado entre la palmera y el egombe-gombe. Me recuerda en sus dibujos ingenuos a otra escritora de Sial Ediciones, Ouka Leele.

José Menéndez Hernández