Poemas del metro

En el arcoíris de las líneas del Metro de Madrid, Sagrario Núñez se ha convertido en una estrella. Una estrella que ilumina con su escritura a partir de la luz de tanta vida, de tantas lecturas como ha ido viviendo, leyendo y escribiendo en el último año. Un año de una nueva cosecha de versos. Unos versos que nos limpian del polvo de las frases hechas y de la vida que otros se empeñan en vivir por nosotros. ¿Poesía de la experiencia? ¿Poesía del testimonio? Eso y mucho más. La poesía de Sagrario Núñez es poesía de la vida.

José manuel lucía megías

18,00 IVA Incl.

Detalles del libro

Peso 0.297 kg
Páginas

124

Encuadernación

Rústica

Idioma

Castellano

ISBN

9788415916475

Sobre el autor

Núñez Molina, Sagrario

Núñez Molina, Sagrario

Sagrario Núñez Molina (Blanca, Murcia, 1940). En mayo de 2008 participa, junto a escritores de gran prestigio, en Cuentos para Murcia (Ed. Cylea) y a partir de ahí publica, ya con Sial Pigmalión, las siguientes obras: Cuentos en la plazuela (2008), Si no hay amor hay olvido (2009), El valle de Ricote. Visiones e impresiones literarias (2010), La casa del Bacanal (2011), Ellas, sus novios, los casados y los otros (2012) y Poemas del metro (2014).

Ha recibido varios premios literarios: el primero en 1980 por su cuento Fuego de Nopal, otro en 2008 por Mi abuela no fue a la escuela, y en 2013 el Premio Escriduende de la Feria del Libro de Madrid al mejor libro de cuentos. Ha sido invitada a encuentros y certámenes internacionales y colaborado en varias antologías.

Sentada al fondo del vagón, en uno de los últimos asientos, la lectora de poesía parece vivir en otro mundo, más allá del vagón, más allá de la línea, más allá del metro. Y así es. Vive en sus lecturas. Su pelo gris, sus gafas, sus manos firmes, su vestido de primavera, sus zapatos cómodos, su cuello recto, nos habla de otro tiempo, de otra biografía. Pero ahora la lectora de poesía ha dejado a un lado su nombre, lo ha guardado con cuidado en su bolso y, con el mismo mimo, ha sacado un libro. Un pequeño libro. Un libro que se diría casi insignificante en su desnudez, en su aparente fragilidad. Un libro que se acompaña de un cuaderno. Y lee. Y escribe. Y la lectora de poesía lee incluso cuando no está leyendo. Sus ojos se han llenado de literatura.

La lectora de poesía, Sagrario Núñez, no lee para no vivir el tiempo del viaje, para achicar el espacio que hay entre las estaciones, para huir de un tiempo de cansancio y de monotonía. Todo lo contrario. Sus lecturas son iluminadoras.

La lectora de poesía no es solo notaría del mundo, no se queda a un lado del mundo. Ese no es su espacio. Esa no es su vida. Ese no es su viaje. La lectora, la escritora, la viajera, Sagrario Núñez paga su euro, y, con su sonrisa de cuadro renacentista, su pelo acicalado, su traje primaveral, su gesto educado, se vuelve y le escupe su desprecio a quien se le ha acercado para vomitarle desprecio, odio y lugares comunes:

Qué náusea me produce la hormiga culona,
me asfixia el denso olor de su podrida carcasa.
Le invito a que deje al negro vivir en paz o morir,
derecho tiene
a vivir o morir, en la paz de su infortunio.

En el arcoíris de las líneas del Metro de Madrid, Sagrario Núñez se ha convertido en una estrella. Una estrella que ilumina con su escritura a partir de la luz de tanta vida, de tantas lecturas como ha ido viviendo, leyendo y escribiendo en el último año. Un año de una nueva cosecha de versos. Unos versos que nos limpian del polvo de las frases hechas y de la vida que otros se empeñan en vivir por nosotros. ¿Poesía de la experiencia? ¿Poesía del testimonio? Eso y mucho más. La poesía de Sagrario Núñez es poesía de la vida.

José Manuel Lucía Megías

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